La lucha desigual de los psicólogos contra el imparable avance de la droga en los barrios vulnerables de Tucumán

Suicidios, accidentes de tráfico y confrontaciones violentas son cada vez más comunes en los barrios más vulnerables de Tucumán, según los psicólogos que trabajan allí. La creciente violencia está estrechamente ligada al aumento en el consumo de drogas. Lo más preocupante es que los jóvenes parecen haber normalizado la muerte.

Emilio Mustafá, un psicólogo que trabaja con la Secretaría de Adicciones de la provincia, ha notado un creciente sentido de fatalismo entre los jóvenes que viven en entornos de pobreza, marginación y abuso de sustancias. Además, en la era pospandémica, se ha observado un aumento significativo en el consumo de drogas y en los incidentes violentos en estos barrios, exacerbado por la proliferación del narcomenudeo.

Frente a este escenario, los trabajadores de la Secretaría de Adicciones celebraron una asamblea exigiendo la declaración de emergencia en salud mental y adicciones, y denunciando la falta de políticas efectivas y recursos para enfrentar este problema.

Los profesionales realizan un trabajo callado pero vital en estas comunidades, trabajando con jóvenes con adicciones, a menudo en situaciones de riesgo y dolor. Se desplazan por los barrios, buscando y tratando a los jóvenes afectados, muchos de los cuales están desnutridos o heridos. Su objetivo es actuar como un enlace entre la comunidad y los hospitales que ofrecen tratamiento para las adicciones, facilitando así el camino hacia la recuperación.

Sin embargo, las condiciones de trabajo son precarias, con salarios muy bajos y escasos recursos. Además, las familias a menudo se encuentran en una situación desesperada, con padres incapaces de superar sus propias adicciones y niños que comienzan a consumir drogas a una edad cada vez más temprana.

A pesar de los esfuerzos, la rehabilitación es un desafío enorme. Los jóvenes a menudo recaen después de la estabilización, y las condiciones en sus hogares y comunidades hacen que sea difícil mantenerse sobrios. Es lamentablemente poco común que los jóvenes logren una recuperación completa.

Las madres en estas comunidades están igualmente preocupadas, observando cómo sus hijos se pierden en las drogas a una edad temprana, abandonan la escuela y comienzan a vagar por las calles durante la noche. La falta de instalaciones terapéuticas para mujeres, a pesar del creciente consumo entre ellas, es otro obstáculo importante.

Los psicólogos describen una realidad desgarradora donde cada vez más jóvenes pierden la vida debido a las drogas. Sin una política de estado integral y sin presupuesto para hacer frente a este problema, temen que la situación sólo empeore. Mustafá insiste en que se declare la emergencia, como primer paso para una posible transformación.

 

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